11/1/08

El Piyayo



Deambulando por las calles de Málaga, el pasado més de octubre, sin buscarla, unicamente por casualidad, me encontré con una placa de cerámica que resaltaba en la fachada de una casa.

Representaba la figura de Rafael Flores Nieto "El Piyayo", cantaor gitano "renegro, reseco y chicuelo", que apoyado en su guitarra formaba un sencillo cuadro. Al pie de dicha placa, y también en carámica, unas letras anunciaban:"La casa del Piyayo".

Hallazgo tan bonito como interesante me llevó a pensar si sería ésta la casa de su nacimiento y primeras andaduras, pero parece ser que no.

Aunque nadie ni nada me informó sobre el particular, y mis pocas horas en la ciudad no daban para más, haciendo indagaciones al llegar a casa pude saber, amén de que era malagueño, cosa que ya sabía, que nació en la calle del Cañaveral del barrio del Perchel.

Si posteriormente vivió allí o no, queda en la incógnita, pero parece ser que esta "casa del Piyayo", hoy es un bar de copas que permanece cerrado por obras.

Las primeras referencias que yo tuve del Piyayo fueron hace años, en mi adolescencia, a través del poema de José Carlos de Luna, que figura en el libro "Las mil mejores poesias de la Lengua Castellana.- Ediciones Ibéricas.-Madrid." Libro muy utilizado en la pedagogía de la época; hoy completado, y por tanto enriquecido, que guardo entre mis libros de cabecera.

El poema dice así:


"¿Tu conoces al "Piyayo"

un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;

la mirada de gallo

pendenciero

y hocico de raposo

tiñoso...

que pide limosna por "tangos"

gangosos?

¡A chufla lo toma la gente

a mí me da pena

y me causa un respeto imponente!

Ata a su cuerpo una guitarra,

que chilla como una corneja

y zumba como una chicharra

y tiene arrumacos de vieja

pelleja.

Yo le he visto cantando

babeando

de rabia y de vino,

bailando

con saltos felinos

tocando a zarpazos,

los acordes de un viejo "tangazo".

Y el endeble "Piyayo" jadea,

y suda, y renquea.


Y, a sus contorsiones de ardilla,

hace son la sucia calderilla.

¿A chufla lo toma la gente!

A mí me da pena

y me causa un respeto imponente.

Es su extraño arte

un cepo y su cruz,

su vida y su luz,

su tabaco y su aguardientillo...

y su pan y el de los nietecillos:

"churumbeles" con greñas de alambre

y panzas de sapos,

que aúllan de hambre

tiritando bajo los harapos;

sin madre que lave su roña;

sin padre que "afane,"

porque pena una muerte en Santoña;

sin más sombra que la del abuelo...


¡Poca sombra, porque es tan chicuelo!

En el Altozano

tiene un cuchitril

- ¡a las vigas alcanza la mano! -

y por lumbre y por luz, un candil.

Vacía sus alforjas

- que son sus bolsillos -

bostezando los siete chiquillos,

se agrupan riendo.

Y entre carantoñas les va repartiendo

pan y pescao frito,

con la parsimonia de un antiguo rito:

- ¡Chavales!

¡Pan de flor de harina!...

Mascarlo despasio.

Mejó pan no se come en palasio.

Y este pescaíto, ¿no es ná?

¡sacao uno a uno del fondo der má!

¡Gloria pura é!


Las espinas se comen tambié,

que tó es alimento...


Así..., despasito.

Muy remascaíto.

¡No llores, Manuela!

Tú no pués, porque no tiés muelas.

¡Es tan chiquitita

mi niña bonita!...

Así, despasito.

Muy remascaíto,

migaja a migaja - que dure -,

le van dando fín

a los cinco reales que costó el festín.

Luego, entre guiñapos, durmiendo,

por matar el frío, muy apiñaditos,

la Virgen María contempla al "Piyayo"

riendo.

Y hay un ángel rubio que besa la frente

de cada gitano chiquito

¡A chufla lo toma la gente!...

¡A mí me da pena

y me causa un respeto imponente!"



Al encuentro con la placa, y también metida en el estudio del flamenco, me he planteado con más interés lo que ya hace tiempo se sabe: que quizás estos versos no coresponden al personaje del que hablo al no ajustarse por completo a las caraterísticas de él.

Los amantes del flamenco sabemos con la oscuridad en que nos encontramos al asomarnos a sus orígenes o antigüedad - ya en otras ocasiones lo he comentado -

Nadie podemos enarbolar la bandera de la verdad; hay versiones diversas, y todas dignas de tenerse en cuenta. Únicamente debemos de considerar las fuentes de donde proceden estas opiniones para mejor objetar sobre el particular.

Asi, podemos aceptar como cierto, después de contrastar con eruditos, y ver que casi todos opinan igual, que el Sr. de Luna estaba equivocado. El Piyayo no era tan chicuelo como lo describe, ni tenía los nietecillos de los que habla.

Parece ser que es a otro gitano: José Gavira Navarrete "El Rabúo" al que quiso referirse.

De momento esto es lo que tenemos, y con ello nos quedamos.

Que cada cual opine y aporte sus conocimientos.

Pero eso sí: dediquemos un recuerdo al auténtico "Piyayo", porque si es verdad, que su figura y su cante están entre nosotros con unos tonos tan característicos y personales, que hoy los conocemos como "Cantes del Piyayo".

3 comentarios:

federico dijo...

Buen trabajo. Sigue por favor.

Ramona dijo...

Gracias, Federico, por tu seguimiento.

Ramona dijo...

Mihail:
Muchas gracias por la documentación que me das sobre El Piyayo. Esta es la grandeza de la página en Internet comentada, que podemos enriquecernos con las aportaciones de tantas personas como participen.
Yo, mas documentación sobre este tema no tengo, no porque no me interese, sino porque no ha llegado a mí. Es más , te agradecería si me envías la que tu tengas.
Sin duda eres también un buen aficionado al flamenco y es interesante la unión de todos compartida.
Saludos flamencos.